Páginas del diario de Ana Franco en tiempos del coronavirus (V)

15 de abril

Para intentar reducir el contagio con el coronavirus se decidió cerrar los grandes centros comerciales y mantener solo las ventas de alimentos y artículos de aseo en las tiendas y mercados más pequeños. Desgraciadamente, la escasez distribuida entre muchas tiendas toca a menos productos por cada una y las colas crecen como la verdolaga, en la misma medida en que hay déficit de importaciones y la producción nacional no cubre la demanda.   

Se crearon sitios web para las ventas de alimentos y productos de aseo por internet pero ese sistema de distribución inicialmente colapsó al no tener capacidad de procesamiento para atender y satisfacer al unísono decenas de miles de solicitudes.

Cerraron las notarías hasta nuevo aviso, por lo tanto, oficialmente no habrá bodas ni divorcios ni ventas de autos o viviendas, ni trámites de herencias. Esta pandemia nos está retrotrayendo al pasado conocido y triste en el que abundaron las ventas ilegales de viviendas y autos. 

Está haciendo un calor insoportable y la refrescante lluvia brilla por su ausencia. Los calores vinieron a ponerle la tapa al pomo a mi blefaritis y no quiero poner el ventilador para dormir más fresca porque me reseca los ojos y las mucosas y temo terminar con gripe. ¡Si al menos el calor sirviera para matar el coronavirus!, pero cómo dice el Dr. Durán en las conferencias de prensa: eso no está comprobado por la ciencia.

Ayer en la mesa redonda varios científicos explicaron los trabajos que realizan para producir antídotos contra el virus de la COVID-19, hay que felicitarlos por el esfuerzo y sus logros y reconocer la previsión de Fidel al crear hace unos 30 años el polo científico al oeste de La Habana, en medio del ¨período especial¨. De no haberlo hecho y de no haberse preparado decenas de miles de médicos, ahora estaríamos colgados de la brocha sin la escalera y no podríamos ayudar a otros pueblos.

En dos ocasiones esta semana nos  bañamos sacando agua de un cubo con un jarrito, está llegando poca desde el acueducto, no debo quejarme porque hay lugares en el país en que debido a la sequía la suministran con menor frecuencia o por carros cisterna, además en el mundo hay 2,200 millones de personas que no cuentan con agua potable. No me imagino cómo la pasarán los sarahuíes con ese calor en el desierto o los cosmonautas que permanecen meses en las estaciones espaciales y  se lavan con orina reciclada.

Por teléfono nos contaron que un enfermo de coronavirus se escapó del hospital de Nueva Gerona, se montó en un ómnibus que viajaba con trabajadores hasta el poblado de Cocodrilo, se bajó, entró en un edificio  y allí lo interceptó la policía, ¿a cuántos habrá  contagiado? Mal nacidos como este echan a perder el sacrificio de los demás y han puesto a la Isla de la Juventud en el primer lugar del índice de contagios por habitantes. Deberían tatuarles en la frente, como hacían a los delincuentes en la Edad Media las siguientes letras: HP.

Nuevos territorios fueron declarados en cuarentena en varias provincias. Hubo un brote de la epidemia en un asilo de ancianos en Santa Clara, con decenas de internos y empleados contagiados debido al incumplimiento de las normas de seguridad por algunos que fueron  a trabajar enfermos. Durante la investigación del foco se detectaron 148 contactos, que fueron aislados. ¡La bola pica y se extiende! Atajar a este enemigo silencioso es una tarea ciclópea que requiere de mucha disciplina, y siempre aparece un cabrón que mete la pata.

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