Inviernos cada vez menos fríos

El continuo ascenso de la temperatura en la Tierra desde la década de 1950 no tiene precedentes en siglos, nuestro país no escapa a esa realidad.
Las  fotos y documentales preparados en las primeras decenas del pasado siglo en Cuba muestran  a funcionarios, profesionales, choferes y oficinistas vistiendo de saco, cuello y corbata, las mujeres con sayas, blusas y chaquetas, vestimenta propia de países de clima templado.   En el presente, contadas empresas y entidades mantienen el saco o chaqueta como parte del uniforme, como consecuencia del calor reinante los directivos y trabajadores se visten de modo informal, salvo en las recepciones y  conversaciones oficiales con delegaciones extranjeras, que los funcionarios del Gobierno han adoptado como vestuario formal la guayabera de mangas largas. 
A mediados del pasado siglo teníamos que andar abrigados en los meses invernales para no acatarrarnos, a los niños se les partían los labios por la resequedad y frialdad del viento y para protegerlos algunas madres les ponían crema de cacao. Al aparecer el intenso frío los más desfavorecidos se disfrazaban con las pocas prendas invernales que habían podido conseguir, fenómeno que fuera popularmente denominado como el  ¨carnaval de los pobres¨.   
En esos años los frentes fríos comenzaban a llegar a mediados o finales de octubre y se extendían hasta marzo e incluso algunos aparecían en abril. Cuando la fuerza de los vientos hacía que el mar saltara embravecido por encima del malecón habanero, algunos aventureros y parejas de enamorados le daban la bienvenida al invierno sentados en el muro para bañarse con la ropa que traían puesta.  Los que acudían al malecón cada 28 de octubre a lanzar flores al mar en homenaje al Comandante Camilo Cienfuegos, desaparecido con su avión en el mar un día similar en 1959 en medio de una borrasca invernal, casi siempre se mojaban con las salpicaduras de las olas.
A los frentes fríos que viajan desde el Ártico hacia el sur, en Cuba les llamamos comúnmente ¨nortes¨ y en cambio, en la Argentina, como llegan desde la Antártida, ¨sures¨. La masa de aire más frío que viene detrás de esos frentes hace que las temperaturas bajen, para los cubanos sometidos a calores de alrededor o más de 30 grados centígrados durante la mayor parte del año, una temperatura por debajo de 20 grados es considerada fría.
Al incrementarse la temperatura en el planeta, ahora los frentes fríos resultan más débiles y después de recorrer miles de kilómetros hacia el sur llegan debilitados a la zona tropical o se disipan antes de llegar, como aquellos corredores de maratón que arriban exhaustos a la meta o se quedan por el camino,  muchos frentes no llegan a la región oriental de la nación.
Según informaciones publicadas por la prensa, la mayor cantidad de frentes fríos reportados en nuestro país es de 35, lo que sucedió en el invierno 1976-1977, veinte años después, en la temporada 1996-1997 solo arribaron 11. El record de temperatura más baja (0,6 grados centígrados) ocurrido en el poblado de Bainoa el 18 de febrero de 1996, dista mucho de las actuales temperaturas mínimas. La Organización Meteorológica Mundial informó recientemente que la pasada década fue la más cálida en el planeta y específicamente en Cuba el año 2019 fue clasificado como el más caluroso desde 1951.
Muchos de los que acostumbran a vestir todo el verano con short o bermuda más una camiseta con o sin mangas y usan ventiladores para mitigar el calor y espantar los mosquitos, cuando llega un poco de frío entrecierran las ventanas para dormir, reestrenan el pijama, apagan ese ruidoso aparato que reseca las mucosas y de esa forma ahorran electricidad y dinero.
Al llegar el primer norte las personas buscan en el escaparate ropa que les abrigue más y una frazada para taparse al dormir, entonces comprueban  que hay que ponerlos a lavar porque de tantos meses sin uso la humedad reinante les dejado olor a ¨guardado¨ y las de color blanco se han puesto amarillas. Ahora, después de haber lavado y blanqueado la ropa, ruegan porque los días invernales se prolonguen pues de lo contrario habrá que guardarla de nuevo y en poco tiempo estará en las mismas condiciones.
Los que han vivido o estado en países de clima templado y mantienen guardados gruesos abrigos o chaquetas con la esperanza de viajar de nuevo, cuando llegaba el invierno los ponían a orear para usarlos durante los días invernales, pero los últimos inviernos las temperaturas han bajado tan poco que apenas los han podido emplear, igual les ha ocurrido a algunas damas presumidas que acostumbraban a lucir sus botas de invierno cuando aparecía el frío.
El período invernal en Cuba es llamado etapa ¨de la seca¨ porque llueve mucho menos que en verano, aunque los frentes fríos a veces vienen acompañados de abundantes lluvias que interrumpen las labores agrícolas y estropean las siembras de tabaco o de otros cultivos. En esta época también ocurren tormentas locales severas, la más destructiva y extensa resultó el fuerte tornado del 27 de enero de 2019 que recorrió varios municipios de La Habana y arrasó más de 800 viviendas e instituciones de servicios. Sucede a veces que antes de la llegada de un norte aparecen vientos fuertes del sur que arrastran un calor insoportable, como si lo retaran o quisieran resaltar que el territorio es de dominio exclusivo por las altas temperaturas.  
Hay personas que añoran la llegada de las temperaturas invernales, otras las odian, en particular las de la tercera edad pues su piel se ha vuelto más fina y reseca y sienten con mayor crudeza las temperaturas frías. De todos modos, nuestro invierno aunque moderado tiene sus ventajas: cuando baja el azogue en los termómetros se deja de sudar a chorros, desaparece el cansancio que provoca el agotador calor, hay menos mosquitos, aumenta la oferta de vegetales de hojas, tomates, pimientos, cebollas  y comienza la zafra azucarera que el país tanto necesita para incrementar la exportación de azúcar y la disponibilidad de divisas convertibles.
Los que más sufren en esta época son los asmáticos, con los cambios de tiempo del invierno sus ahogos son más frecuentes. En materia de clima,  lo que a algunos les agrada a otros les hace daño.
Si bien se dice que ¨Cuba es un eterno verano¨, la mayoría de mis coterráneos prefieren vacacionar entre junio y septiembre y acudir  a las playas a darse baños de mar para mitigar el calor estival. Por el contrario, entre noviembre y abril los que se alojan en los hoteles de playa son fundamentalmente turistas extranjeros que vienen en busca de un clima más cálido que en sus países, para los cubanos en esos meses la temperatura del agua resulta algo movida y fría.
Como ha estado sucediendo desde hace varias décadas, en Octubre de 2019 no llegó al país ningún frente frío, el primero lo hizo el 10 de noviembre. Debido a la condensación que se produjo al encontrarse el aire más seco y frío procedente del norte con la atmósfera húmeda y más cálida que halló a su paso, llovió muchísimo en algunas partes, destacándose en el poblado de Macabí en la provincia de Holguín la inusual caída de más de 400 milímetros de lluvia en 24 horas, un verdadero diluvio. Apenas pasados cinco días, el viernes 15 apareció el segundo frente frío de la temporada, que con mala intención pretendió aguar las fiestas por el 500 Aniversario de La Habana y comenzó a descargar lluvias alrededor de las 9 de la noche, por suerte fueron breves y muchos habaneros salieron a las calles a disfrutar del bello espectáculo de fuegos artificiales lanzados desde la fortaleza de La Cabaña.
En diciembre llegaron cuatro frentes fríos, el cuarto trajo abundantes y prolongadas lluvias y una ligera disminución de las temperaturas, pero de día se mantuvo el calor, no fue hasta la llegada del sexto frente el día 22, esta vez acompañado de marejadas en la costa norte occidental, que tuvimos que echar manos a algún suéter ligero, una camisa o blusa de mangas largas durante las festividades navideñas, sin embargo para los días finales de diciembre el calor imperó.
En la tarde del  4 de enero de 2020 las lluvias anunciaron la llegada del séptimo frente frío de la temporada, inundaron el terreno del Stadium Latinoamericano y obligaron a posponer para el domingo 5 el segundo partido de la semifinal de beisbol entre los equipos Industriales y Camagüey. Por las madrugadas  hubo mínimas de alrededor de 12 grados, las temperaturas diurnas se mantuvieron frescas, pero a los pocos días ascendieron tanto que muchos volvieron a vestir ropa ligera  para mitigar el calor. 
Cuando parecía que el menguado invierno iba a pasar sin penas ni glorias, el 20 de enero hizo su entrada en la isla el octavo norte de la temporada. Coincidiendo con fuertes nevadas en Canadá se anunció que las temperaturas bajarían mucho más. Algunos amantes del frío que lo esperaban con ansiedad parecían estar cantando la canción ¨Añorado Encuentro¨, popularizada por Vicentico Valdés a mediados del pasado siglo.
Cumpliendo los pronósticos meteorológicos, en la madrugada del día 22 el frío dijo ¨aquí estoy¨, llegando a alcanzar de modo inusual  entre 6 y 9  grados en diez puntos de la región central. Por primera vez en esta temporada hubo que echar manos a los abrigos más gruesos,  pero como ¨una golondrina no hace verano¨, tampoco un par de jornadas de frío constituyen un invierno que se respete y pocos días después las temperaturas diurnas volvieron a ser cálidas, aunque algo frías por las madrugadas. Los días 25 y 28 aparecieron  lluvias ligeras de débiles frentes fríos que mantuvieron las temperaturas más bien frescas y se disiparon rápidamente.
El 1º Y el 7 de febrero llegaron el onceno y el duodécimo frente frío, la fuerza de los vientos trasladó rápidamente las nubes hacia el este y al despejarse el cielo las temperaturas bajaron de nuevo, pero no tanto como el 22 de enero, a los pocos días comenzaron a subir, lo que parece confirmar que, aunque históricamente febrero es el mes más frío en Cuba, en la actualidad los pocos frentes que llegan resultan mucho menos fríos, extendiéndose rápidamente el imperio del calor endógeno, vernáculo, nativo, doméstico, autóctono del Caribe.
Los científicos y agricultores trabajan intensamente para adoptar nuevas tecnologías agropecuarias y variedades de cultivos más resistentes a las mayores temperaturas y a las plagas que le están asociadas, con el fin de garantizar la alimentación de la población durante todo el año. 

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