Despechada y equivocada

Al contrario de lo que algunos piensan, cuando la modernidad se expande por el uso masivo, se incrementa la probabilidad de ocurrencia de errores. Desde que se instalaron las pizarras telefónicas automáticas apareció la llamada errónea al discar o pulsar mal el número del teléfono con el que se desea comunicar. Ese error era menos frecuente cuando la comunicación se hacía a través de las operadoras de pizarras y había pocas líneas telefónicas.
Hay algunos receptores de llamadas erróneas que se molestan por ello y cuando contestan el  teléfono, en lugar de decir: ¨está equivocado¨, se aprovechan del error para jugarle una mala pasada a la persona que llama. Conocí a uno al que un joven llamó varias veces a su casa preguntándole por una muchacha llamada María, a lo que él contestaba: está equivocado de teléfono. Como la insoportable llamadera del incrédulo individuo siguió, sospechando que el que llamaba era un enamorado, la última vez le contestó: María salió con el novio.  Resultó que era el novio el que llamaba y ante esa respuesta le soltó al receptor una sarta de improperios y le dijo hasta del mal que iba a morir, pero su ardid dio resultado porque no lo llamaron más. Nunca supo si el chistecito provocó que el noviazgo se rompiera.
Los niños y adolescentes de mi época cuando estaban aburridos, a veces se entretenían llamando repetidamente a algunos teléfonos fijos diciendo: ¨Aló, funeraria¨, ¨manicomio¨, etc. Esa broma ahora tiene su antídoto si el receptor contrata el servicio de localización de llamadas para posteriormente amenazar al molesto interlocutor o denunciarlo.  Tal molesta conducta tampoco resulta exitosa cuando el receptor usa un teléfono móvil, que identifica al número  de teléfono desde el que llaman.
En el caso del teléfono móvil a veces uno recibe una llamada de un teléfono desconocido antecedido del prefijo 99, si Ud. contesta termina pagando la llamada de algún conocido no registrado entre los contactos o algo peor, de alguien que marcó su número erróneamente.
Hace unos días recibí por mi celular una llamada de un número que comenzaba con el prefijo 99 y como venía desde un número desconocido colgué el teléfono. La llamada se repitió y colgué varias veces seguidas hasta que decidí buscar en el directorio electrónico de ETECSA el nombre del propietario de dicho número, comprobando que era una mujer desconocida que vivía en una ciudad ubicada a 900 kilómetros de mi casa. Entonces le envié el siguiente mensaje: ¨No te conozco, no insistas¨. A los pocos minutos me escribió: ¨Mira yo no quiero volver contigo porque yo sé que hice mal. Tu sabes lo que pasó, que yo hubiera sido amiga tuya. Yo sé que me merezco ese odio porque fui una mujer sin valor. Tu sabes que yo te respeto y a la vez te tengo  miedo, pero te quiero.¨
Ante el embrollo que me vi envuelto con una persistente y ajena enamorada, sin comerla ni beberla y para no seguir consumiendo tiempo del saldo de mi cuenta, no me quedó más remedio que bloquear cualquier llamada proveniente de ese teléfono y decir en alta voz como el personaje de Paco en el antiguo programa radial ¨Alegrías de sobremesa¨: ¡Que gente, pero qué gente!¨

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