¿Regulación estatal o mercado libre?

Ante la reducida disponibilidad de combustible diésel y gasolina ocurrida en el país en el mes de septiembre pasado, el Gobierno cubano se vio obligado a tomar medidas para evitar que una disminución de ofertas de productos básicos en el mercado conllevara el incremento de las tarifas de los servicios de transporte y de los precios de los productos, afectaran a la población y anularan el efecto del reciente incremento de los salarios en el sector presupuestado.
Se fijaron precios límite a algunos alimentos básicos y al transporte operado por privados, se incrementó la inspección en los establecimientos comerciales, en combinación con la recepción de denuncias de la población sobre la violación  de precios, se garantizó el suministro estable de los alimentos subsidiados de la canasta básica y de un determinado nivel de alimentos en mercados estatales y agropecuarios. 
Ante la amenaza de escasez, sin que los costos o precios oficiales se hubieran elevado, algunos vendedores de productos agropecuarios y transportistas incrementaron los precios de venta, por lo que fueron sancionados fuertemente o amenazados con la cancelación de sus licencias de operación  y por regla general, al final, todos se llamaron a capítulo. La población se movilizó ante estas actitudes y  presentó numerosas denuncias.
Para evitar la ocurrencia de apagones, durante ese mes se detuvo el funcionamiento de algunas fábricas muy consumidoras de electricidad, en algunas otras se desplazó la jornada de trabajo fuera del horario ¨pico¨ y se desarrolló una campaña de ahorro de electricidad en el sector residencial. Muchos trabajadores de las oficinas fueron enviados a sus casas a trabajar ¨a distancia¨.  Al reducirse el consumo de electricidad, sobre  todo en los horarios del mediodía y al anochecer, la demanda se pudo satisfacer manteniendo funcionando solamente las plantas termoeléctricas, las cuales queman crudo nacional o fuel oil, ahorrándose varios miles de toneladas de combustible diésel al no ser necesario utilizar grupos electrógenos de refuerzo.  
El mayor impacto de la crisis recayó en el transporte público. Algunas de las  salidas de los trenes nacionales se cancelaron, otras dejaron de ser diarias y pasaron a realizarse cada cuatro días, se redujo sensiblemente la cantidad de viajes interprovinciales por ómnibus. El transporte en guaguas dentro de las ciudades resultó muy afectado y para paliar la situación se ubicaron inspectores en las principales paradas para garantizar que los vehículos estatales que pasaban con plazas vacías recogieran pasajeros. Largas colas de vehículos se produjeron cada vez que suministraban gasolina o diésel en las estaciones de servicio. 
La explicación oportuna a la población sobre la situación, que se calificó de ¨coyuntural¨ y la invitación a participar activamente con propuestas de solución, influyó  en la comprensión por la mayoría sobre las medidas que se tomaron.    
Una vez que se logró reestablecer vías más seguras para enfrentar  la implacable persecución por el Gobierno de los Estados Unidos a las navieras y compañías de seguros que realizaban el suministro desde Venezuela, a inicios de octubre, la situación del combustible se estabilizó. No obstante, se anunció que algunas medidas de ahorro que resultaron muy efectivas durante ese mes se mantendrán vigentes, por ejemplo: evitar que camiones que transportan mercancías viajen de regreso vacíos; mantener el trabajo de entidades muy consumidoras de electricidad fuera del horario de máximo consumo; en los establecimientos estatales no utilizar los equipos de climatización no tecnológicos y emplear al máximo posible la tracción animal para roturar las tierras y la transportación en zonas rurales. 
Contrastan estas decisiones tomadas por nuestro gobierno para evitar o reducir la afectación económica a la población con el desempleo que se produce por el frecuente cierre de centros de trabajo y las subidas de precios en otros países.  Por estos días todos hemos conocido a través de los medios masivos de comunicación las manifestaciones de transportistas que se produjeron en Ecuador ante la aprobación del decreto que establecía la eliminación de los  subsidios a los combustibles y con posterioridad las masivas manifestaciones en las vías públicas de miles de indígenas y de humildes trabajadores que se oponían a la medida.  Doce días después de anunciado el ¨paquetazo¨ neoliberal  las organizaciones que representan a los indígenas mantuvieron paralizado el país  y obligaron al Gobierno a suspender la aplicación del decreto. Recientemente se produjeron grandes manifestaciones en Chile ante la subida de los precios del metro de Santiago y el gobierno se vio obligado a suspenderla.
En Cuba la situación es diferente,  se pueden enfrentar y resolver muchos de estos problemas porque:
·         La Asamblea Nacional, órgano supremo del poder popular está integrada por diputados que representan los intereses de los trabajadores, profesionales, campesinos, mujeres y jóvenes, que legislan y trabajan activamente junto al Gobierno en interés de toda la población y garantizan la vigencia de los logros de la Revolución. 
·         La propiedad estatal de los medios de producción es mayoritaria, la minoritaria  propiedad privada, fuertemente regulada, no impide ni obstaculiza la actuación gubernamental.
·         Los medios masivos de comunicación de propiedad estatal defienden las conquistas y sirven a los intereses de la Revolución y del pueblo.
·         La solidaridad, el altruismo, la modestia, el desinterés, la unidad  y la justicia social son principios éticos y valores aprehendidos por una gran parte de los ciudadanos.  
Hace pocos días una cubana radicada en Argentina llegó a Cuba de visita en medio de la crisis del combustible y me comentaba sobre los trabajos que estaba pasando en ese país para sobrevivir por la brutal subida de los precios del alquiler de la vivienda, de la electricidad, los combustibles y el transporte público. Sin embargo al reflexionar sobre la escasez de combustibles y de productos en nuestras tiendas, me dijo: ¨Prefiero trabajar como una bestia y dormir apenas para poder comprar en las tiendas llenas de productos, que disponer de dinero y tener poco que comprar como aquí.¨ Por supuesto, ella razonaba de esa forma porque no formaba parte del ejército de desempleados y de hambrientos que hay en ese país producto de las políticas neoliberales establecidas por el gobierno de Macri. 
Ese modo de pensar refleja la contradicción existente entre la aplicación de ideales de justicia social en nuestro país y las teorías neoliberales reinantes en muchos otros, que benefician a los más ricos y donde para los demás impera el ¨sálvese quien pueda¨. A todos nos agrada la abundancia y la prosperidad, el problema radica en que no a todos les llega en la misma proporción. En muchos países subsisten el subdesarrollo, la pobreza y el hambre y unas personas o países se enriquecen a costa de los otros. El pensamiento neoliberal  rige la actuación del actual gobierno estadounidense, que enarbolando la doctrina de ¨América primero¨, aplica  cuantiosas sanciones  económicas a otros países para impedir que les sobrepasen en  prosperidad o para mantenerlos sometidos a sus intereses imperiales.
En nuestros mercados de alimentos y tiendas de artículos industriales regularmente hay déficit de mercancías producto del cada vez más rígido bloqueo estadounidense a nuestras transacciones comerciales y financieras, pero también debido a nuestras insuficientes exportaciones, a la persistencia en algunas mentes de conceptos de construcción socialista que en el pasado se demostraron fallidos, que no permiten liberar las fuerzas productivas y crean trabas burocráticas en la gestión administrativa.  No obstante las dificultades, la mayoría de la población apoya a  la Revolución y defiende sus conquistas, con la convicción de que en la capacidad de resistir la agresión externa está la victoria y de que se trabaja por eliminar trabas e impulsar el desarrollo. 
Por otra parte, no estamos solos en el mundo, contamos con aliados como la República Popular China, la República Socialista de Viet Nam y la Federación  de Rusia y la solidaridad de numerosos países, organizaciones y pueblos. 
El mayor o menor ritmo de desarrollo que alcancemos dependerá del nivel de inversiones que podamos realizar mediante la inversión extranjera o fondos propios, de la rapidez con que las inversiones que se realizan se pongan en marcha, del imprescindible incremento de las exportaciones, del cumplimiento de la decenas de programas de desarrollo aprobados, del ahorro y finalmente de la eliminación de trabas que impiden el  avance del sector no estatal y el encadenamiento productivo entre entidades estatales y no estatales.

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