Mi uni-queso azul

El unicornio, animal mitológico idéntico a un caballo blanco con un cuerno
en la frente, fue protagonista de muchas leyendas en la antigüedad.

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Según se explica en la contraportada de su disco Unicornio, el cantautor
Silvio Rodríguez tituló su bella canción ¨Unicornio Azul¨ inspirado en el
relato de un ex guerrillero salvadoreño que contó que en las montañas de El
Salvador, andando en la aguerrida tropa de los humildes, trotaba un
caballito azul con un cuerno.

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Existen otras versiones menos románticas sobre lo que sirvió de inspiración
al autor de la canción, pero cualquiera que haya sido la razón, lo cierto es
que la búsqueda de lo extraviado o difícil de alcanzar  es un tema que
conmueve e incrementa la  esperanza de muchas personas, de ahí la gran
acogida que tuvo la canción entre el público en muchas partes del mundo,
sobre todo por los más desfavorecidos o aquellos que luchan por alcanzar sus
sueños. 



Lo que a continuación relato es un asunto mucho más pedestre aunque, al
igual que la canción, trata sobre algo perdido.

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Siguiendo la costumbre habanera de almorzar bien y cenar algo ligero los
domingos, salí a buscar por los mercados cercanos a mi casa un pedazo de
queso  para preparar  unos entrepanes por la noche. El único queso que
encontré fue en un mercado gourmet, como era queso azul y su precio mucho
mayor que los demás, enseguida deseché usarlo para mi propósito inicial,
pero picado por la curiosidad y el deseo de probar algo fuera de lo
habitual, compré una mínima porción. No lo comía desde los años 80 cuando
funcionaba el Supermercado Centro en La Habana y se vendía a precios
asequibles en pesos cubanos, probé una lasquita y decidí guardarlo para
mejores ocasiones. Como me parecía un sacrilegio ponerlo dentro de un pan
como hacemos habitualmente con el más barato y popular queso fundido esa
noche terminamos comiendo pizza de 10 pesos de una cafetería cercana.

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El  llamado queso azul se prepara con leche de vaca, de oveja o de cabra y
contiene  cultivos de  <zim://A/Penicillium.html> Penicillium, que
proporcionan un color entre el azul y el gris-verdoso característico y un
sabor muy picante, propicio para acompañar las bebidas como saladitos o
tapas. Para el cubano de a pie es un lujo.
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Dos semanas después tuve la inesperada visita de unos amigos con los que
hacía mucho tiempo no compartía y pretendí  ofrecerles junto con la bebida
unas porciones del queso azul. Al buscarlo en el refrigerador no lo encontré
y al preguntarle a mi esposa, que es la protagonista principal de¨ La Ley y
el Orden¨ de la casa,  me contestó con la convicción de los que siempre
tienen la razón: ¡Lo tiré a la basura porque estaba lleno de moho!

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La indignación se apoderó de mí y sin darme cuenta comencé a parodiar la
canción de Silvio, cantando en voz alta: Mi uni-queso azul, ayer se me
perdió, en el frío lo dejé y desapareció, no sé si se me fue, no sé si se
extravió... Al percatarme del verso que venía a continuación, detuve la
parodia porque no estaba dispuesto a pagar cien mil o un millón por
recuperar el susodicho pedazo de queso, que bastante me había costado y
apenas pude degustar.

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