¿Entre rejas?
En Cuba aún se pueden apreciar las altas cercas
metálicas que rodeaban los jardines de las viviendas de los más acaudalados y sus
hermosas puertas de hierro y cristal, edificaciones que después del triunfo de
la Revolución se convirtieron en museos, centros de recreación o sedes de
organizaciones sociales.
Las ventanas ubicadas en las plantas más bajas de las
edificaciones construidas durante la época colonial y después en la república
neocolonial se protegían con verjas, las puertas generalmente eran de madera y se
resguardaban con cerraduras. Muchas carnicerías, en lugar de paredes disponían
de rejas, quizá por eso les llamaba ¨casillas¨, como a las del ferrocarril.
Las rejas metálicas también se utilizan en las
cárceles para encerrar a los delincuentes. Antaño decir que alguien estaba
¨tras las rejas¨ significaba que estaba detenido en una prisión, ahora se
utiliza una expresión más metafórica, se dice que está preso en el ¨tanque¨ o
en una granja, según la severidad del régimen de internamiento.
A los edificios y casas de vivienda que se
construyeron después de 1959 no se le ponían rejas en las ventanas, ni siquiera
en la planta baja como era costumbre en el pasado, quizá se pensó que al
eliminarse la ¨explotación del hombre por el hombre¨, elevarse la educación y
la cultura de la población y alcanzarse una alta tasa de ocupación laboral, desaparecerían
los ladrones y rateros.
Durante los años 90 del pasado siglo, producto de la
desintegración de la URSS y del campo socialista europeo, se produjo una
extraordinaria escasez de productos en
la red comercial y acto seguido se incrementaron el hurto y el robo, sobre todo
en las grandes ciudades. Muchas personas dejaron a un lado valores morales como
la honradez y los sustituyeron por la ¨lucha¨ por la subsistencia a toda costa.
Se hizo frecuente la apropiación indebida de bienes de propiedad social,
fenómeno que se ha mantenido hasta nuestros días, su manifestación más conocida
es el desvío de combustibles desde entidades estatales a personas y negocios particulares
para eludir los mayores precios de la red comercial.
Por aquellos duros años, en La Habana hurtaban
cualquier cosa que estuviera a mano: ropa de la tendedera, escobas y bombillos
de los patios o portales, bicicletas, automóviles y sus accesorios (neumáticos,
reproductoras, baterías, parabrisas), arrebataban joyas a los transeúntes, y no
pocas veces ladrones inescrupulosos entraron
a las casas forzando puertas y ventanas, sustrajeron equipos electrodomésticos,
alimentos, joyas, dinero y, por suerte, solo en contados casos provocaron la
muerte de algunos residentes que se resistieron o para no dejar testigos.
Esta situación motivó que los propietarios de muchas
viviendas decidieran protegerlas con rejas para evitar que los delincuentes que
no estaban ¨tras las rejas¨ se apropiaran de las propiedades que con tanto
trabajo y esfuerzo pudieron tener. Se multiplicaron las cercas metálicas rodeando
los jardines y portales, las rejas protegiendo ventanas y puertas de madera, hasta
las mallas preservando los bombillos en los exteriores. En muchos edificios
multifamiliares, para compartir los gastos entre vecinos se puso una reja en cada
pasillo en lugar de frente a la puerta de cada apartamento.
Un holguinero que hacía tiempo no venía a la capital,
al ver aquella profusión de rejas manifestó: La Habana se ha llenado de
¨casillas¨.
También los campesinos se vieron obligados a enrejar
los cerdos que criaban para consumo familiar o para la venta. Incluso en algunas
viviendas hubo que reducir el espacio entre las planchuelas de las ventanas
metálicas de los baños para evitar que aplicaran el sofisticado ¨modus
operandi¨ de pasar niños entre las rejas para que abrieran las puertas a los
ladrones.
Esta proliferación de rejas no fue exclusiva de Cuba,
a mediados de la década del 90 llamaba la atención de algunos turistas la
existencia de verjas, a todas luces improvisadas, empleadas para la protección
de puertas y ventanas de numerosas viviendas en la ciudad de Buenos Aires. Obviamente
el ¨menemismo¨ neoliberal había incrementado la pobreza y los delitos habían
crecido.
Quizá se pudiera aseverar que: ¨la existencia de
cercas y rejas para la protección de propiedades es directamente proporcional a
las diferencias de ingresos entre los pobladores¨, o dicho de otro modo, cuando
escasean los recursos materiales o financieros o cuando aumenta la pobreza, se
incrementan el hurto y, por lo tanto las rejas protectoras.
En otros países las cercas de los patios y jardines se
fabrican con madera de poca calidad y se venden por piezas para que el cliente
las arme e instale. En Cuba el precio de la madera ha subido tanto que resulta
inalcanzable para la gran mayoría de la población utilizarla para fabricar
cercas, puertas y ventanas. Es más económico usar el acero y el aluminio. Las
puertas y ventanas de aluminio se producen en el país y con medidas estándar se
venden en tiendas de productos industriales, pero las rejas y puertas de acero
solo las fabrican los herreros.
Las condiciones de vida mejoraron y las ventas de
productos se incrementaron con posterioridad al año 2000 y los robos domésticos
disminuyeron, sin embargo la demanda del trabajo de herrería se mantuvo. Utilizando
materiales reciclados o sustraídos de almacenes estatales, pues no se venden en
la red comercial minorista, los herreros
fabrican verjas para puertas o ventanas, preparan cercas con mallas metálicas
para los jardines y portales o puertas
enchapadas para los garajes. Las rejas no solo se colocan en las plantas bajas
de las viviendas, también sirven para limitar el acceso por techos, ventanas y
puertas a centros de trabajo y almacenes, aunque estos cuenten con custodios,
alarmas o cámaras ópticas para visualizar o grabar lo que ocurre en los
alrededores.
No solo se ponen rejas a las edificaciones. Como todos
los acueductos de las ciudades distribuyen el agua por gravedad y no todos los
días, muchísimos edificios y viviendas disponen de cisternas soterradas para
almacenar el agua, desde donde se bombea hacia tanques ubicados en los techos,
conectados con las tuberías interiores de distribución de las viviendas. La
bomba de agua se coloca en un patio o pasillo junto a la cisterna, generalmente
dentro de una pequeña caseta de mampostería y
se protege con una reja y un candado.
Por estos tiempos se pueden ver rejas de todas las
calidades, unas son más resistentes, duraderas y elaboradas que otras, las hay
de tubos galvanizados, de cabillas redondas o cuadradas de diferente calibre,
terminadas o no en puntas de flecha, con adornos, volutas o roleos, de
planchuelas, las más modestas se preparan con las cabillas corrugadas que
sirven para reforzar el hormigón en las construcciones. Se puede deducir el
poder adquisitivo del propietario y por tanto lo más o menos valioso que este
intenta proteger solo con ver qué tipo de reja tiene su vivienda. También se
conoce la profesionalidad y el buen gusto del herrero, observando la mejor o peor
terminación de sus obras.
Desgraciadamente, algunas rejas afean el paisaje y
atentan contra el urbanismo, resultando aún más lamentable en zonas de valor
patrimonial o interés turístico, violando regulaciones urbanísticas que las
autoridades competentes se empeñan en hacer cumplir.
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