Día del Ariguanabense Ausente


Hace más de 60 años, en San Antonio de los Baños se conmemoraba el Día del Ariguanabense Ausente un domingo de cada enero, coincidiendo con la celebración de las fiestas de San Antonio Abad, santo patrono del pueblo bañado por el río Ariguanabo. A esa festividad acudían nativos del municipio que emigraron a otros territorios, ocasión en que se reencontraban con sus antiguos amigos, vecinos, compañeros de estudio o de trabajo y visitaban lugares de interés. Esa tradición se suspendió en 1956 como respuesta a la represión de la dictadura de Batista y al asesinato de un grupo de revolucionarios en la ciudad de Holguín, durante las llamadas Pascuas Sangrientas.  No fue hasta el 28 de enero de 2003 que la feliz práctica se rescató por iniciativa y esfuerzo continuado de la profesora Dania Reyes de Armas y sus alumnos, con el apoyo del Partido y el Gobierno Local.
Desde entonces todos los años convocan a los ¨ausentes¨, los trasladan en ómnibus desde dos puntos de La Habana y los reciben en el Parque Central, como se hace en fecha cercana a su natalicio, homenajean a Martí y colocan flores ante su busto. Con posterioridad recorren lugares históricos e instituciones culturales, finalmente les ofrecen un almuerzo y  disfrutan de la música ejecutada por artistas de la localidad. La mayoría de los que acuden son personas de la tercera edad que mantienen algún vínculo familiar o espiritual con su antiguo terruño y que su estado de salud se los permite, desgraciadamente con el paso de los años cada día son menos los asistentes y no se ha logrado reemplazarlos por los descendientes de las anteriores generaciones que habitaron la localidad.    
Cuando los ausentes visitan el pueblo se les presentan sentimientos contradictorios, por una parte reviven recuerdos agradables de juventud y sienten satisfacción por encontrarse e intercambiar con sus coterráneos.  Por otra parte, les resulta desagradable observar el deterioro ocurrido desde el llamado ¨Período Especial¨ de las calles, edificaciones y lugares emblemáticos, el deplorable estado higiénico de algunos lugares y escuchar el sentimiento de inconformidad de los pobladores con dicha situación. En la reciente celebración del 27 de enero de 2019 se pudieron apreciar algunas mejoras y un ambiente más esperanzador gracias a las medidas tomadas por las autoridades locales, pero es más lo que aún falta por hacer que lo realizado.
En esta ocasión a los asistentes se les explicó las tareas que debía enfrentar la recién creada Fundación Ariguanabo para contribuir a mejorar el entorno y crear una conciencia de respeto y cuidado del medio ambiente y sobre todo para lograr la rehabilitación de la cuenca del río, que tiene un colosal deterioro. Esa  constituye una tarea titánica que requerirá la involucración de numerosas entidades y la movilización de cuantiosos recursos, quizá se pueda alcanzar restaurando la cuenca por etapas, creando zonas de interés turístico extranjero y nacional que generen ingresos suficientes para continuar recuperando poco a poco otras zonas del río, hasta cubrirlas todas. Es obvio que con la cantidad de instalaciones y viviendas que es aún necesario construir, reconstruir y mantener en el municipio, el presupuesto local no puede financiar la recuperación de la cuenca del río, para lograrlo habrá que atraer fuentes de financiamiento y brigadas mecanizadas de trabajo ¨exógenas¨.
Ojalá que con el esfuerzo de todos los factores, la movilización de la población del municipio y la gestión de la fundación, se revierta el deterioro existente y la ciudad, la cuenca del río y su Cueva del Sumidero se conviertan en lugares  bellos y sanos que resulten atractivos a los visitantes, como antaño fueron  los baños a los que acudían personas de otras partes y le dieron fama y nombre al poblado.  
Pocas horas después de esa celebración, un tornado causaba grandes destrozos en varios barrios de La Habana. Nuevamente la población y las autoridades del país y esa provincia tienen que enfrentar las afectaciones causadas por fenómenos meteorológicos extremos y trabajar intensamente para recuperar lo dañado, lo que reafirma la imperiosa necesidad de crear en todos los territorios construcciones e instalaciones sólidas y resistentes, que resulten duraderas y menos vulnerables a los cada vez más destructivos fenómenos naturales derivados del cambio climático.

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